Aullido por Carl Solomon
Cuando
él era más joven y yo era más joven, conocí a Allen
Ginsberg,
joven poeta que vivía en Paterson, New Jersey, donde él —hijo de un conocido
poeta— había nacido y crecido. Era de constitución frágil y estaba muy afectado
por la forma en que la vida se había mostrado ante él en Nueva York, en los
años que siguieron a la primera guerra mundial. Estaba siempre a punto de irse
a alguna parte, no parecía importar dónde; me preocupaba, nunca pensé que fuera
a vivir para crecer y escribir un libro de poemas. Su habilidad para
sobrevivir, viajar y continuar escribiendo me deja atónito. El que haya seguido
desarrollando y perfeccionando su arte no me resulta menos asombroso.
Ahora,
quince o veinte años después, aparece con un poema impresionante. Según toda
evidencia, ha estado, literalmente, en el infierno. Por el camino se encontró
con un hombre llamado Carl
Solomon,
con el que compartió, entre los dientes y los excrementos de su vida, algo que
no puede describirse más que con las palabras con las que él lo ha hecho. Es un
alarido de derrota. Y no es en absoluto una derrota, ya que ha pasado por la
derrota como si fuera una experiencia corriente, una experiencia trivial. Todo
el mundo en esta vida es derrotado alguna vez, pero un hombre, si es un hombre,
no es derrotado.
Es
el poeta, Allen Ginsberg, el que ha pasado con su propio cuerpo a través de las
horribles experiencias que describen la vida en estas páginas. Lo más asombroso
de la cuestión no es el que haya sobrevivido, sino el que en las mismísimas
profundidades haya encontrado un compañero al que poder amar, amor que canta en
estos poemas sin apartar la vista. Podéis decir lo que queráis, pero nos
demuestra que a pesar de las experiencias más degradantes que la vida puede
ofrecer a un hombre, el espíritu del amor sobrevive para ennoblecer nuestras
vidas, si tenemos la inteligencia, y el valor, y la fe, ¡y el arte! de
perseverar.
Es
la fe en el arte de la poesía la que ha ido de la mano de este hombre hasta su
Gólgota desde aquel osario en todo punto semejante al de los judíos en la
última guerra. Pero esto transcurre en nuestro propio país, una de nuestras más
queridas guaridas. Estamos ciegos y vivimos nuestras ciegas vidas en total
oscuridad. Los poetas están malditos, pero no están ciegos; ven con los ojos de
los ángeles. Este poeta ve con toda lucidez los horrores, en los que participa
en los detalles más íntimos de su poema. No elude nada sino que lo apura hasta
las heces. Lo contiene. Lo reclama como suyo y, creemos, se ríe de ello y tiene
el tiempo y la audacia de amar a un compañero de su elección y de dejar
constancia de este amor en un buen poema.
Remangaros
las faldas, Señoras mías, vamos a atravesar el infierno.
WILLIA M CA RLOS WILLIAMS (Ginsberg, 1993)
Allen
Ginsberg
1926-1997
Poeta
norteamericano nacido en Paterson, New Jersey, en 1926.
Hijo
de un maestro de escuela y una militante comunista rusa, rechazó desde pequeño los valores sociales y
modos de vida establecidos, promoviendo
a través del movimiento Beat, una literatura libre, el uso de drogas, la
libertad sexual y el estudio de la filosofía oriental, cuya práctica abrió las
puerta a la generación hippie en la década del sesenta.
La
publicación en 1956 de "Aullido y
otros poemas", le generó un juicio por obscenidad, elevando
paradójicamente su fama en el ámbito internacional. Conocido por su prodigiosa
energía, trabajó incansablemente para promover no sólo su propio trabajo, sino
también los escritos de sus compañeros de lucha Kerouac y Burroughs.
Pasó
largos períodos de tiempo en México, América del Sur, Europa y la India. Visitó
todos los continentes y cada estado en los Estados Unidos, y algunos de sus
mejores trabajos surgieron como resultado de estos viajes.
Sus
poemas aparecen regularmente en muchas antologías y
algunas universidades aún ofrecen cursos de la generación Ginsberg
-Beat.
Falleció,
víctima de cáncer, en 1997.
Generación Beat
El
término Generación Beat (en inglés: Beat Generation) se refiere a un grupo de
escritores estadounidenses de la década de los cincuenta, así como al fenómeno
cultural sobre el cual escribieron. Algunos elementos definitorios son el
rechazo a los valores estadounidenses clásicos, el uso de drogas, una gran
libertad sexual y el estudio de la filosofía oriental. Esta nueva forma de ver
las cosas dejó su principal influencia y legado en la posterior contracultura o
movimiento hippie.
Sus
principales obras literarias son Aullido de Allen Ginsberg (1956), En el camino
de Jack Kerouac (1957) y El almuerzo desnudo de William S. Burroughs (1959).
Recientemente se ha publicado en español "Cartas", correspondencia
mantenida durante años entre Ginsberg y Kerouac.
Se
conoce como Beat Generation a un movimiento literario formado por un grupo de
amigos que desde mediados de los años cuarenta habían trabajado juntos
escribiendo poesía y prosa, y que compartían una idea de cultura y aficiones o
fuentes de inspiración similares, tales como el jazz.
El
grupo inicial estaba formado por Jack Kerouac, Neal Cassady, William Burroughs,
Herbert Huncke, John Clellon Holmes, y Allen Ginsberg. En 1948 se unieron Carl
Salomon y Philip Lamantia, en 1950 Gregory Corso y en 1954 Lawrence
Ferlinghetti y Peter Orlovsky.
La
palabra beat entre la comunidad afroamericana tenía el significado previo de
cansado, o abatido, "beat down".
La
propuesta de su uso para denominar esta comunidad de amigos y escritores surge
durante una conversación entre Jack Kerouac y John Clellon Holmes en 1948, en
la que Kerouac recuerda haber oído la expresión de Herbert Huncke, un conocido
personaje de la época de vida marginal. La intención de sus miembros no era la
de nombrarla, sino la de "desnombrarla". A la difusión del término también
contribuyó que a finales de 1952 apareciera en el New York Times Magazine un
artículo de John Clellon Holmes titulado "This is the Beat
Generation".
Pero
el término comenzó a utilizarse de tal manera, que en 1959 Kerouac consideró
necesario sugerir otro sentido a la palabra beat, indicando sus relaciones con
"beatitud" ("upbeat") y "beatífico". Según el
autor, el movimiento estaba atraído por la naturaleza de la conciencia
orientada a la comprensión del pensamiento oriental, prácticas de meditación,
etc.
Como
reacción y con la intención de parodiar y desprestigiar el movimiento beat, en
1958 apareció el término "beatnik", producto de la fusión de las
palabras "beat" y "Sputnik", sugiriendo una condición
antiestadounidense y comunista del movimiento beat.
Allen
Ginsberg, uno de sus integrantes más famosos, observaba en el prólogo al libro
The Beat Book, editado por Anne Waldman y Andrew Schelling, otro posible
significado: "acabado", "completo", en la noche oscura del
alma o en la nube del no saber. E incluso "abierto", en el sentido
whitmaniano de "apertura a la humildad".
Influencia cultural
Su
estética fue absorbida por la cultura de masas y por la clase media hacia
finales de los años cincuenta y principios de los sesenta. En el camino, por
ejemplo, se convirtió en una obra de culto de la juventud.
Su
canto a la liberación espiritual derivó hacia una liberación sexual que hizo de
catalizador en los movimientos de liberación de la mujer y de los negros, el
ascenso de la contracultura hippie e indirectamente a la liberación de los
homosexuales.
También
influyó a un gran número de personajes de la cultura americana, en especial a
músicos como Bob Dylan, Tom Waits, Tuli Kupferberg, Jim Morrison, Arthur Lee,
Janis Joplin y Patti Smith.
Aullido
He
visto los mejores cerebros de mi generación destruidos por la
locura,
famélicos, histéricos, desnudos,
arrastrándose
de madrugada por las calles de los negros en busca de
un
colérico picotazo,
pasotas
de cabeza de ángel consumiéndose por la primigenia conexión
celestial
con la estrellada dinamo de la maquinaria de la
noche,
que,
encarnación de la pobreza envuelta en harapos, drogados y con
vacías
miradas, velaban fumando en la
sobrenatural
oscuridad
de los pisos de agua fría flotando sobre las
crestas
de la ciudad en contemplación del jazz,
que
desnudaron sus cerebros ante el Cielo bajo el El* y vieron
tambalearse
iluminados ángeles mahometanos sobre los
tejados
de las casas de alquiler,
que
atravesaron las universidades con radiantes ojos tranquilos,
alucinando
Arkansas y tragedias de luz-Blake entre los
escolásticos
de la guerra,
que
fueron expulsados de las academias por dementes & por publicar
odas
obscenas sobre las ventanas de la calavera, que se acurrucaban amedrentados en
ropa interior en habitaciones sin
afeitar,
quemando su dinero en papeleras y escuchando el
sonido
del Terror a través de la pared,
que
fueron aferrados por sus barbas púbicas al regresar por Laredo
a
Nueva York con un cinturón de marihuana,
que
devoraron fuego en hoteluchos o bebieron trementina en Paradise
Alley,
muerte, o hacían sufrir a sus torsos los tormentos
del
purgatorio noche tras noche por medio de sueños,
drogas,
pesadillas de la consciencia, alcohol y verga y
juergas
continuas,
incomparables
callejones sin salida de trémula nube y relámpago en
la
mente abalanzándose hacia los polos de Canadá &
Paterson,
iluminando todo el inmóvil mundo del
intertiempo,
solideces
de salones en Peyote, albas de cementerio de árbol verde en
el
patio de detrás, borrachera de vino sobre los tejados,
barrios
de escaparates de locuras automovilísticas en
marihuana parpadeo de neón luz
de tráfico, vibraciones de
sol
y luna y árbol en los rugientes atardeceres de invierno
en
Brooklyn, desvarios de lata de basura y bondadosa
soberana luz de la mente,
que
se encadenaron a los ferrocarriles subterráneos para el intermi-
. nable trayecto entre Battery y el
sagrado Bronx colgados
en benzedrina hasta que el
ruido de ruedas y niños les
. hacía caer temblorosos, con la boca
como un erial y
. bataneados, yermos mentalmente,
despojados de toda
brillantez bajo la lúgubre luz
de zoológico,
que
se sumergían la noche entera en la submarina luz de Bickford's,
salían
flotando y desgranaban la tarde de cerveza rancia
en
el desolado Fugazzi's, escuchando el estallido del
apocalipsis
en el jukebox de hidrógeno, que hablaban sin interrupción durante setenta horas
del parque al
apartamento
al bar a Bellevue al museo al Puente de
Brooklyn,
un
perdido batallón de conversadores platónicos saltando las barandillas
terminales de las escaleras contra incendios, desde
las
ventanas, desde el Empire State, desde la Luna,
desbarrando
gritando vomitando susurrando hechos y recuerdos y
anécdotas
y excitaciones oculares* y conmociones
de
hospitales
y cárceles y guerras,
intelectos
enteros vomitados en deposición integral durante siete días
con
sus noches con ojos brillantes, carnaza para la
sinagoga
arrojada sobre el pavimento,
que
se desvanecieron en la nada de la Nueva Jersey Zen dejando un
rastro
de ambiguas postales dibujadas del Ayuntamiento
de
Atlantic City,
sufriendo
sudores orientales y crujidos de hueso tangerinos y migra-
ñas
de la China bajo el síndrome de abstinencia en la
escuálida
habitación amueblada de Newark,
que
vagaban sin tino a media noche en el cercado de los ferrocarriles
preguntándose
dónde ir, y partían, sin dejar atrás corazones destrozados,
que
encendían cigarrillos en furgones furgones furgones que traqueteaban a través
de la nieve hacia solitarias granjas en la
abuela
noche,
que
estudiaban a Plotino Poe S. Juan de la Cruz telepatía y la kabala
bop
porque el cosmos vibraba instintivamente a sus pies
en
Kansas,
que
se lo hacían de solitarios por las calles de Idaho en busca de
ángeles
indios visionarios que fueran ángeles indios
visionarios,
que pensaron que tan sólo estaban locos cuando Baltimore refulgió
en
sobrenatural éxtasis,
que
entraban a saco en limusinas con el Chino de Oklahoma
impulsados
por la lluvia de invierno de farola de medianoche de pueblo,
que
vagaban perezosos hambrientos y solos a través de Houston en
busca
de jazz o de sexo o de sopa, y siguieron al
deslumbrante
Español para conversar acerca de América y
la Eternidad, desesperanzadora
tarea, y así embarcaron
rumbo
a Africa,
que
desaparecieron en los volcanes de Méjico dejando tras de
ellos tan sólo la sombra de sus vaqueros y la
lava y la
. ceniza
de la poesía esparcida en la chimenea que es
. Chicago,
que
reaparecieron en la Costa Oeste investigando al F.B.I. con
barba
y en pantalones cortos con grandes ojos pacifistas
eróticos
con su piel morena distribuyendo incomprensibles
panfletos,
que
se quemaban los brazos con cigarrillos en protesta por la
narcótica
neblina de tabaco del capitalismo,
que
distribuían panfletos Supercomunistas en la Plaza de la Unión
sollozando
y desnudándose mientras las sirenas de Los
Alamos
les perseguían con sus aullidos, y aullaban por
la
calle Wall, y el ferry de Staten Island aullaba tam-
bien,
que
se derrumbaban sollozando en blancos gimnasios desnudos y
trémulos ante la maquinaria de otros
esqueletos,
que
mordían a los detectives en el cuello y chillaban con deleite
en coches de la policía por no haber cometido
más cri-
men que su espontánea y salvaje pederastia e
intoxicación,
que
aullaban de hinojos en el metro y se veían arrastrados de los
tejados
enarbolando genitales y manuscritos,
que
permitían que los virtuosos motoristas les dieran por culo, y
gritaban
de gozo,
que
mamaban y fueron mamados por esos serafines humanos,
los
marineros, caricias de amor Atlántico y Caribeño,
que
follaban por la mañana por las tardes en las rosaledas y el césped
de
los parques públicos y los cementerios dispersando
su
semen libremente a quien quisiera viniera quien viniera,
que
hipaban interminablemente intentando forzar una risita pero
acabaron
sollozando tras una partición de unos Baños
Turcos
cuando el rubio desnudo ángel apareció para
atravesarles
con una espada,
que
perdieron sus efebos a manos de las tres viejas arpías del
. destino la arpía tuerta del dólar
heterosexual, la arpía
tuerta que guiña el ojo desde el
interior del útero
y la arpía tuerta que se limita a
sentarse sobre su culo
. y cortar las áureas hebras intelectuales
del telar del ar-
. tesano,
que
copulaban extáticos e insaciados con una botella de cerveza un
amante
un paquete de cigarrillos una vela y caían de la
cama
y continuaban por el suelo pasillo adelante y
terminaban
desmayándose contra la pared con una visión
del
coño supremo y la eyaculación eludiendo el último
hálito de la consciencia
que
endulzaron los coños de un millón de muchachas que se.
estremecían
en el crepúsculo, y al alba se encontraban con
los
ojos enrojecidos, pero dispuestos a endulzarle el coño
a
la aurora, exhibiendo relámpagos de culo bajo los
graneros
y desnudos en el lago, que salían de putas por Colorado en miríadas de coches
robados para
una noche, N.C., héroe secreto de
estos poemas, follador
y Adonis de Denver —
regocijémonos en el recuerdo de
sus innumeras jodiendas de
muchachas en solares vacíos &
en patios traseros de
restaurantes, en rechinantes filas de
cines,
en las cimas de las montañas en cuevas o con enjutas
camareras en familiares
alzamientos de solitarias enaguas
a un lado de la carretera &
especialmente de sus secretos
solipsismos
en los servicios de las gasolineras, & también
en las callejuelas de la ciudad
natal,
que
se desvanecían en vastas y sórdidas películas, eran desplazados en
sueños,
despertaban en un súbito Manhattan, y salían a
duras
penas de los sótanos con resaca de despiadado Tokay
y
horrores de sueños de hierro de la Tercera Avenida &
iban tambaleándose
hacia las oficinas
de desempleo,
que
caminaban toda la noche con los zapatos llenos de sangre sobre
los
muelles convertidos en bancos de nieve esperando que
una
puerta en el East River se abriera a una habitación
llena
de vaporoso calor y opio,
que
crearon grandes dramas suicidas sobre los farallones de apartamentos del Hudson
bajo el foco azul de tiempo de guerra
de
la luna & serán ceñidas sus cabezas con laurel en el
olvido,
que
comieron el estofado de cordero de la imaginación o digirieron
el
cangrejo en el cenagoso lecho de los ríos del Bowery,
que
lloraban ante el encanto de las calles con sus carritos llenos de
cebollas
y mala música,
que
se sentaban sobre cajas inspirando la oscuridad bajo el puente, y
se
levantaban para construir clavicordios en sus
áticos,
que
tosían en el sexto piso de Harlem coronados de llamas bajo el
cielo
tubercular rodeados de cajas de naranjas llenas de
teología,
que garrapateaban todas las noches balanceándose y rodando sobre
elevados
encantamientos que en la amarilla mañana eran
estrofas
de desatinos,
que
cocinaban animales podridos pulmón corazón patas rabo borsht
&
tortillas soñando con el puro reino vegetal,
que
se arrojaban de cabeza bajo camiones de carne en busca de un
huevo,
que
tiraron sus relojes desde el tejado para emitir su voto por una
Eternidad
fuera del Tiempo, & cayeron despertadores
sobre
sus cabezas día tras día durante toda una década,
que
se cortaron sin éxito las muñecas tres veces consecutivas
abandonaron
y se vieron obligados a abrir tiendas de
antigüedades
donde pensaron que se estaban volviendo
viejos
y se echaron a llorar,
que
fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de franela en
Madison
Avenue entre salvas de plúmbeos versos & el
enlatado
estruendo de los férreos regimientos de la moda
&
los chillidos de los maricas de la publicidad & el gas
mostaza
de siniestros editores inteligentes, o fueron atropellados por los ebrios taxis
de la Realidad Absoluta,
que
saltaron desde el Puente de Brooklyn esto sucedió de hecho y se
alejaron
caminando desconocidos y olvidados penetrando
en el aturdimiento fantasmal de las
callejuelas de sopa &
coches
de bomberos del Barrio Chino, ni siquiera una
cerveza
gratis,
que
cantaban desesperados desde sus ventanas, se caían por la
ventanilla
del metro, se arrojaban al mugriento Passaic,
se
abalanzaban sobre los negros, lloraban por toda la
calle,
bailaban sobre vasos de vino rotos con los pies
descalzos
estrellaban discos de nostálgico jazz europeo
alemán
de los años 30 acababan el whisky y vomitaban
gimiendo
en el ensangrentado vater, con gemidos y el
estruendo
de colosales silbatos de vapor en los oídos, que se lanzaban a tumba abierta por
las autopistas del pasado
viajando
a los puestos de observación, Gólgota de soledad
carcelaria
de coches preparados de cada uno de ellos o
encarnación
de jazz de Birmingham,
que
conducían campo a través durante setenta y dos horas para
averiguar
si yo había tenido una visión o tú habías tenido
una
visión para conocer la Eternidad,
que
viajaban a Denver, que morían en Denver, que regresaron a
Denver
& esperaron en vano, que velaron a Denver &
cavilaron
& se asolaron en Denver y finalmente lo
abandonaron
para averiguar el Tiempo, & ahora Denver
siente
añoranza por sus héroes,
que
se postraban de hinojos en desesperanzadas catedrales rezando
por
su mutua salvación y por la luz y los pechos, hasta
que
el alma iluminó su cabello durante un segundo,
que
se estrellaron a través de sus mentes en la cárcel esperando a
imposibles
criminales de áureas cabezas y el encanto de la
realidad
en sus corazones que cantaran dulces blues a
Alcatraz,
que
se retiraron a México para cultivar un hábito, o a Rocky Mount
al
tierno Buda, o a Tánger en busca de muchachos o a la
Southern
Pacific a por la negra locomotora o a Harvard
en
busca de Narciso a Woodlawn a la guirnalda de
margaritas
o la tumba,
que
exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo
&
se quedaron colgados con su locura & y sus manos &
un
jurado indeciso,
que
arrojaban ensalada de patatas a los conferenciantes de la CCNY
sobre
el Dadaísmo y subsiguientemente se presentaban
sobre
los escalones de granito del manicomio con las
cabezas
afeitadas y un arlequinesco discurso sobre el
suicidio,
exigiendo una lobotomía al instante, y recibieron a cambio el concreto vacío de
la insulina el metrasol la
electricidad
la hidroterapia la psicoterapia, la terapia
ocupacional
pingpong amnesia,
que
en desolada protesta se limitaron a volcar una única simbólica
mesa
de pingpong, descansando brevemente en la catatonia,
regresando
años más tarde calvos de verdad a excepción de una peluca
de
sangre, y lágrimas y dedos, a la visible condenación del
demente
de los pabellones de las ciudades de locos del Este,
los
fétidos salones de Pilgrim State, Rockland y Greystone, disputando con los ecos
del alma, balanceándose y rodando en los
bancos
de soledad de medianoche reinos-dolmen del amor,
el
sueño de la vida una pesadilla, los cuerpos convertidos
en
piedra pesada como la luna,
(******
al fin la madre) y arrojado el último libro fantástico por la
ventana
del piso de alquiler y cerrada la última puerta a
las
4 a.m. y estrellado el último teléfono contra la pared
a
modo de respuesta y despojada la última habitación
amueblada
hasta de la última partícula de mobiliario
mental,
un papel amarillo se erguía retorcido sobre un
colgador
de alambre en el armario, e incluso eso imaginario, tan sólo una esperanzada
pizca de alucinación
ah,
Carl, no estaré a salvo mientras no estés a salvo, y ahora estás
realmente
sumergido en la absoluta sopa animal del
tiempo
—
y
quién por lo tanto corrió a través de las heladas calles obsesionado
por
una súbita inspiración acerca de la alquimia de la
utilización
de la elipse el catálogo, la medida & el plano
vibratorio,
quién
soñó y realizó vacíos encarnados en el Tiempo & el Espacio a
través
de imágenes yuxtapuestas, y atrapó al arcángel del
alma
entre 2 imágenes visuales y unió los verbos elementales y puso al nombre y
pincelada de la consciencia a brincar juntos con sensación de Pater Omnipotens
Aeterna
Deus
para
recrear la sintaxis y la métrica de la pobre prosa humana y
quedar
ante ti mudo e inteligente y tembloroso de
vergüenza,
rechazado y no obstante confesando el alma
para
conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda
e
inconmensurable cabeza,
el
loco vagabundo y el ángel laten en el Tiempo, desconocidos y no
obstante
registrando aquí lo que podría quedar por decir
en
el tiempo después de la muerte,
y
se alzó reencarnado en las fantasmales vestiduras del jazz en la áurea
sombra
de las trompas de la banda y sopló el sufrimiento
por
amor del desnudo cerebro de América convirtiéndolo
en
un grito de saxofón eli eli lamma lamma sabacthani
que
hizo estremecerse a las ciudades hasta la última radio
con
el corazón absoluto del poema de la vida sanguinariamente
desgarrado
de su propio cuerpo, comestible durante mil
años.
Bibliografía:
recuperado
el 2-dic-12
Charters. (enero de 2012). Wikipedia. Obtenido
de http://es.wikipedia.org/wiki/Generaci%C3%B3n_beat
Georgia. (2 de Diciembre de 2012). Amedia voz.
Obtenido de http://amediavoz.com/ginsberg.htm
Ginsberg, A. (1993). elortiba. Obtenido de
http://www.elortiba.org/pdf/Allen_Ginsberg-Aullidos.pdf
Daniela Copado Álvarez
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