sábado, 8 de diciembre de 2012

Gen. Beat- Aullido, Allen Ginsberg


Aullido por Carl Solomon
Cuando él era más joven y yo era más joven, conocí a Allen
Ginsberg, joven poeta que vivía en Paterson, New Jersey, donde él —hijo de un conocido poeta— había nacido y crecido. Era de constitución frágil y estaba muy afectado por la forma en que la vida se había mostrado ante él en Nueva York, en los años que siguieron a la primera guerra mundial. Estaba siempre a punto de irse a alguna parte, no parecía importar dónde; me preocupaba, nunca pensé que fuera a vivir para crecer y escribir un libro de poemas. Su habilidad para sobrevivir, viajar y continuar escribiendo me deja atónito. El que haya seguido desarrollando y perfeccionando su arte no me resulta menos asombroso.
Ahora, quince o veinte años después, aparece con un poema impresionante. Según toda evidencia, ha estado, literalmente, en el infierno. Por el camino se encontró con un hombre llamado Carl
Solomon, con el que compartió, entre los dientes y los excrementos de su vida, algo que no puede describirse más que con las palabras con las que él lo ha hecho. Es un alarido de derrota. Y no es en absoluto una derrota, ya que ha pasado por la derrota como si fuera una experiencia corriente, una experiencia trivial. Todo el mundo en esta vida es derrotado alguna vez, pero un hombre, si es un hombre, no es derrotado.
Es el poeta, Allen Ginsberg, el que ha pasado con su propio cuerpo a través de las horribles experiencias que describen la vida en estas páginas. Lo más asombroso de la cuestión no es el que haya sobrevivido, sino el que en las mismísimas profundidades haya encontrado un compañero al que poder amar, amor que canta en estos poemas sin apartar la vista. Podéis decir lo que queráis, pero nos demuestra que a pesar de las experiencias más degradantes que la vida puede ofrecer a un hombre, el espíritu del amor sobrevive para ennoblecer nuestras vidas, si tenemos la inteligencia, y el valor, y la fe, ¡y el arte! de perseverar.
Es la fe en el arte de la poesía la que ha ido de la mano de este hombre hasta su Gólgota desde aquel osario en todo punto semejante al de los judíos en la última guerra. Pero esto transcurre en nuestro propio país, una de nuestras más queridas guaridas. Estamos ciegos y vivimos nuestras ciegas vidas en total oscuridad. Los poetas están malditos, pero no están ciegos; ven con los ojos de los ángeles. Este poeta ve con toda lucidez los horrores, en los que participa en los detalles más íntimos de su poema. No elude nada sino que lo apura hasta las heces. Lo contiene. Lo reclama como suyo y, creemos, se ríe de ello y tiene el tiempo y la audacia de amar a un compañero de su elección y de dejar constancia de este amor en un buen poema.
Remangaros las faldas, Señoras mías, vamos a atravesar el infierno.
WILLIA M CA RLOS WILLIAMS (Ginsberg, 1993)

Allen Ginsberg
1926-1997
Poeta norteamericano nacido en Paterson, New Jersey, en 1926.
Hijo de un maestro de escuela y una militante comunista rusa,  rechazó desde pequeño los valores sociales y modos de vida establecidos,  promoviendo a través del movimiento Beat, una literatura libre, el uso de drogas, la libertad sexual y el estudio de la filosofía oriental, cuya práctica abrió las puerta a la generación hippie en la década del sesenta.
La publicación en 1956 de  "Aullido y otros poemas", le generó un juicio por obscenidad, elevando paradójicamente su fama en el ámbito internacional. Conocido por su prodigiosa energía, trabajó incansablemente para promover no sólo su propio trabajo, sino también los escritos de sus compañeros de lucha Kerouac y Burroughs.
Pasó largos períodos de tiempo en México, América del Sur, Europa y la India. Visitó todos los continentes y cada estado en los Estados Unidos, y algunos de sus mejores trabajos surgieron como resultado de estos viajes.
Sus poemas aparecen regularmente en muchas antologías  y  algunas universidades aún ofrecen cursos de la generación Ginsberg -Beat.
Falleció, víctima de cáncer, en 1997.        
(Georgia, 2012)

Generación Beat
El término Generación Beat (en inglés: Beat Generation) se refiere a un grupo de escritores estadounidenses de la década de los cincuenta, así como al fenómeno cultural sobre el cual escribieron. Algunos elementos definitorios son el rechazo a los valores estadounidenses clásicos, el uso de drogas, una gran libertad sexual y el estudio de la filosofía oriental. Esta nueva forma de ver las cosas dejó su principal influencia y legado en la posterior contracultura o movimiento hippie.
Sus principales obras literarias son Aullido de Allen Ginsberg (1956), En el camino de Jack Kerouac (1957) y El almuerzo desnudo de William S. Burroughs (1959). Recientemente se ha publicado en español "Cartas", correspondencia mantenida durante años entre Ginsberg y Kerouac.

Se conoce como Beat Generation a un movimiento literario formado por un grupo de amigos que desde mediados de los años cuarenta habían trabajado juntos escribiendo poesía y prosa, y que compartían una idea de cultura y aficiones o fuentes de inspiración similares, tales como el jazz.
El grupo inicial estaba formado por Jack Kerouac, Neal Cassady, William Burroughs, Herbert Huncke, John Clellon Holmes, y Allen Ginsberg. En 1948 se unieron Carl Salomon y Philip Lamantia, en 1950 Gregory Corso y en 1954 Lawrence Ferlinghetti y Peter Orlovsky.
La palabra beat entre la comunidad afroamericana tenía el significado previo de cansado, o abatido, "beat down".
La propuesta de su uso para denominar esta comunidad de amigos y escritores surge durante una conversación entre Jack Kerouac y John Clellon Holmes en 1948, en la que Kerouac recuerda haber oído la expresión de Herbert Huncke, un conocido personaje de la época de vida marginal. La intención de sus miembros no era la de nombrarla, sino la de "desnombrarla". A la difusión del término también contribuyó que a finales de 1952 apareciera en el New York Times Magazine un artículo de John Clellon Holmes titulado "This is the Beat Generation".
Pero el término comenzó a utilizarse de tal manera, que en 1959 Kerouac consideró necesario sugerir otro sentido a la palabra beat, indicando sus relaciones con "beatitud" ("upbeat") y "beatífico". Según el autor, el movimiento estaba atraído por la naturaleza de la conciencia orientada a la comprensión del pensamiento oriental, prácticas de meditación, etc.
Como reacción y con la intención de parodiar y desprestigiar el movimiento beat, en 1958 apareció el término "beatnik", producto de la fusión de las palabras "beat" y "Sputnik", sugiriendo una condición antiestadounidense y comunista del movimiento beat.
Allen Ginsberg, uno de sus integrantes más famosos, observaba en el prólogo al libro The Beat Book, editado por Anne Waldman y Andrew Schelling, otro posible significado: "acabado", "completo", en la noche oscura del alma o en la nube del no saber. E incluso "abierto", en el sentido whitmaniano de "apertura a la humildad".

Influencia cultural

Su estética fue absorbida por la cultura de masas y por la clase media hacia finales de los años cincuenta y principios de los sesenta. En el camino, por ejemplo, se convirtió en una obra de culto de la juventud.
Su canto a la liberación espiritual derivó hacia una liberación sexual que hizo de catalizador en los movimientos de liberación de la mujer y de los negros, el ascenso de la contracultura hippie e indirectamente a la liberación de los homosexuales.
También influyó a un gran número de personajes de la cultura americana, en especial a músicos como Bob Dylan, Tom Waits, Tuli Kupferberg, Jim Morrison, Arthur Lee, Janis Joplin y Patti Smith.

(Charters, 2012)

Aullido

He visto los mejores cerebros de mi generación destruidos por la
locura, famélicos, histéricos, desnudos,
arrastrándose de madrugada por las calles de los negros en busca de
un colérico picotazo,
pasotas de cabeza de ángel consumiéndose por la primigenia conexión
celestial con la estrellada dinamo de la maquinaria de la
noche,
que, encarnación de la pobreza envuelta en harapos, drogados y con
vacías miradas,  velaban fumando en la sobrenatural
oscuridad de los pisos de agua fría flotando sobre las
crestas de la ciudad en contemplación del jazz,
que desnudaron sus cerebros ante el Cielo bajo el El* y vieron
tambalearse iluminados ángeles mahometanos sobre los
tejados de las casas de alquiler,
que atravesaron las universidades con radiantes ojos tranquilos,
alucinando Arkansas y tragedias de luz-Blake entre los
escolásticos de la guerra,
que fueron expulsados de las academias por dementes & por publicar
odas obscenas sobre las ventanas de la calavera, que se acurrucaban amedrentados en ropa interior en habitaciones sin
afeitar, quemando su dinero en papeleras y escuchando el
sonido del Terror a través de la pared,
que fueron aferrados por sus barbas púbicas al regresar por Laredo
a Nueva York con un cinturón de marihuana,
que devoraron fuego en hoteluchos o bebieron trementina en Paradise
Alley, muerte, o hacían sufrir a sus torsos los tormentos
del purgatorio noche tras noche por medio de sueños,
drogas, pesadillas de la consciencia, alcohol y verga y
juergas continuas,
incomparables callejones sin salida de trémula nube y relámpago en
la mente abalanzándose hacia los polos de Canadá &
Paterson, iluminando todo el inmóvil mundo del
intertiempo,
solideces de salones en Peyote, albas de cementerio de árbol verde en
el patio de detrás, borrachera de vino sobre los tejados,
barrios de escaparates de locuras automovilísticas en
               marihuana parpadeo de neón luz de tráfico, vibraciones de
sol y luna y árbol en los rugientes atardeceres de invierno
en Brooklyn, desvarios de lata de basura y bondadosa
          soberana luz de la mente,
que se encadenaron a los ferrocarriles subterráneos para el intermi-
.          nable trayecto entre Battery y el sagrado Bronx colgados
                en benzedrina hasta que el ruido de ruedas y niños les
.         hacía caer temblorosos, con la boca como un erial y
.                bataneados, yermos mentalmente, despojados de toda
                 brillantez bajo la lúgubre luz de zoológico,
que se sumergían la noche entera en la submarina luz de Bickford's,
salían flotando y desgranaban la tarde de cerveza rancia
en el desolado Fugazzi's, escuchando el estallido del
apocalipsis en el jukebox de hidrógeno, que hablaban sin interrupción durante setenta horas del parque al
apartamento al bar a Bellevue al museo al Puente de
Brooklyn,
un perdido batallón de conversadores platónicos saltando las barandillas terminales de las escaleras contra incendios, desde
las ventanas, desde el Empire State, desde la Luna,
desbarrando gritando vomitando susurrando hechos y recuerdos y
anécdotas y excitaciones oculares*  y conmociones de
hospitales y cárceles y guerras,
intelectos enteros vomitados en deposición integral durante siete días
con sus noches con ojos brillantes, carnaza para la
sinagoga arrojada sobre el pavimento,
que se desvanecieron en la nada de la Nueva Jersey Zen dejando un
rastro de ambiguas postales dibujadas del Ayuntamiento
de Atlantic City,
sufriendo sudores orientales y crujidos de hueso tangerinos y migra-
ñas de la China bajo el síndrome de abstinencia en la
escuálida habitación amueblada de Newark,
que vagaban sin tino a media noche en el cercado de los ferrocarriles
preguntándose dónde ir, y partían, sin dejar atrás corazones destrozados,
que encendían cigarrillos en furgones furgones furgones que traqueteaban a través de la nieve hacia solitarias granjas en la
abuela noche,
que estudiaban a Plotino Poe S. Juan de la Cruz telepatía y la kabala
bop porque el cosmos vibraba instintivamente a sus pies
en Kansas,
que se lo hacían de solitarios por las calles de Idaho en busca de
ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios
visionarios, que pensaron que tan sólo estaban locos cuando Baltimore refulgió
en sobrenatural éxtasis,
que entraban a saco en limusinas con el Chino de Oklahoma
impulsados por la lluvia de invierno de farola de medianoche de pueblo,
que vagaban perezosos hambrientos y solos a través de Houston en
busca de jazz o de sexo o de sopa, y siguieron al
deslumbrante Español para conversar acerca de América y
             la Eternidad, desesperanzadora tarea, y así embarcaron
rumbo a Africa,
que desaparecieron en los volcanes de Méjico dejando tras de
 ellos tan sólo la sombra de sus vaqueros y la lava y la
.   ceniza de la poesía esparcida en la chimenea que es
.    Chicago,
que reaparecieron en la Costa Oeste investigando al F.B.I. con
barba y en pantalones cortos con grandes ojos pacifistas
eróticos con su piel morena distribuyendo incomprensibles
panfletos,
que se quemaban los brazos con cigarrillos en protesta por la
narcótica neblina de tabaco del capitalismo,
que distribuían panfletos Supercomunistas en la Plaza de la Unión
sollozando y desnudándose mientras las sirenas de Los
Alamos les perseguían con sus aullidos, y aullaban por
la calle Wall, y el ferry de Staten Island aullaba tam-
                  bien,
que se derrumbaban sollozando en blancos gimnasios desnudos y
 trémulos ante la maquinaria de otros esqueletos,
que mordían a los detectives en el cuello y chillaban con deleite
 en coches de la policía por no haber cometido más cri-
 men que su espontánea y salvaje pederastia e intoxicación,
que aullaban de hinojos en el metro y se veían arrastrados de los
tejados enarbolando genitales y manuscritos,
que permitían que los virtuosos motoristas les dieran por culo, y
gritaban de gozo,
que mamaban y fueron mamados por esos serafines humanos,
los marineros, caricias de amor Atlántico y Caribeño,
que follaban por la mañana por las tardes en las rosaledas y el césped
de los parques públicos y los cementerios dispersando
su semen libremente a quien quisiera viniera quien viniera,
que hipaban interminablemente intentando forzar una risita pero
acabaron sollozando tras una partición de unos Baños
Turcos cuando el rubio desnudo ángel apareció para
atravesarles con una espada,
que perdieron sus efebos a manos de las tres viejas arpías del
.        destino la arpía tuerta del dólar heterosexual, la arpía
              tuerta que guiña el ojo desde el interior del útero
              y la arpía tuerta que se limita a sentarse sobre su culo
.      y cortar las áureas hebras intelectuales del telar del ar-
.       tesano,
que copulaban extáticos e insaciados con una botella de cerveza un
amante un paquete de cigarrillos una vela y caían de la
cama y continuaban por el suelo pasillo adelante y
terminaban desmayándose contra la pared con una visión
del coño supremo y la eyaculación eludiendo el último
 hálito de la consciencia
que endulzaron los coños de un millón de muchachas que se.
estremecían en el crepúsculo, y al alba se encontraban con
los ojos enrojecidos, pero dispuestos a endulzarle el coño
a la aurora, exhibiendo relámpagos de culo bajo los
graneros y desnudos en el lago, que salían de putas por Colorado en miríadas de coches robados para
          una noche, N.C., héroe secreto de estos poemas, follador
                y Adonis de Denver — regocijémonos en el recuerdo de
                sus innumeras jodiendas de muchachas en solares vacíos &
               en patios traseros de restaurantes, en rechinantes filas de
cines, en las cimas de las montañas en cuevas o con enjutas
                camareras en familiares alzamientos de solitarias enaguas
                a un lado de la carretera & especialmente de sus secretos
solipsismos en los servicios de las gasolineras, & también
                en las callejuelas de la ciudad natal,
que se desvanecían en vastas y sórdidas películas, eran desplazados en
sueños, despertaban en un súbito Manhattan, y salían a
duras penas de los sótanos con resaca de despiadado Tokay
y horrores de sueños de hierro de la Tercera Avenida &
iban  tambaleándose  hacia  las  oficinas  de  desempleo,
que caminaban toda la noche con los zapatos llenos de sangre sobre
los muelles convertidos en bancos de nieve esperando que
una puerta en el East River se abriera a una habitación
llena de vaporoso calor y opio,
que crearon grandes dramas suicidas sobre los farallones de apartamentos del Hudson bajo el foco azul de tiempo de guerra
de la luna & serán ceñidas sus cabezas con laurel en el
olvido,
que comieron el estofado de cordero de la imaginación o digirieron
el cangrejo en el cenagoso lecho de los ríos del Bowery,
que lloraban ante el encanto de las calles con sus carritos llenos de
cebollas y mala música,
que se sentaban sobre cajas inspirando la oscuridad bajo el puente, y
se levantaban para construir clavicordios en sus
áticos,
que tosían en el sexto piso de Harlem coronados de llamas bajo el
cielo tubercular rodeados de cajas de naranjas llenas de
teología, que garrapateaban todas las noches balanceándose y rodando sobre
elevados encantamientos que en la amarilla mañana eran
estrofas de desatinos,
que cocinaban animales podridos pulmón corazón patas rabo borsht
& tortillas soñando con el puro reino vegetal,
que se arrojaban de cabeza bajo camiones de carne en busca de un
huevo,
que tiraron sus relojes desde el tejado para emitir su voto por una
Eternidad fuera del Tiempo, & cayeron despertadores
sobre sus cabezas día tras día durante toda una década,
que se cortaron sin éxito las muñecas tres veces consecutivas
abandonaron y se vieron obligados a abrir tiendas de
antigüedades donde pensaron que se estaban volviendo
viejos y se echaron a llorar,
que fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de franela en
Madison Avenue entre salvas de plúmbeos versos & el
enlatado estruendo de los férreos regimientos de la moda
& los chillidos de los maricas de la publicidad & el gas
mostaza de siniestros editores inteligentes, o fueron atropellados por los ebrios taxis de la Realidad Absoluta,
que saltaron desde el Puente de Brooklyn esto sucedió de hecho y se
alejaron caminando desconocidos y olvidados penetrando
 en el aturdimiento fantasmal de las callejuelas de sopa &
coches de bomberos del Barrio Chino, ni siquiera una
cerveza gratis,
que cantaban desesperados desde sus ventanas, se caían por la
ventanilla del metro, se arrojaban al mugriento Passaic,
se abalanzaban sobre los negros, lloraban por toda la
calle, bailaban sobre vasos de vino rotos con los pies
descalzos estrellaban discos de nostálgico jazz europeo
alemán de los años 30 acababan el whisky y vomitaban
gimiendo en el ensangrentado vater, con gemidos y el
estruendo de colosales silbatos de vapor en los oídos, que se lanzaban a tumba abierta por las autopistas del pasado
viajando a los puestos de observación, Gólgota de soledad
carcelaria de coches preparados de cada uno de ellos o
encarnación de jazz de Birmingham,
que conducían campo a través durante setenta y dos horas para
averiguar si yo había tenido una visión o tú habías tenido
una visión para conocer la Eternidad,
que viajaban a Denver, que morían en Denver, que regresaron a
Denver & esperaron en vano, que velaron a Denver &
cavilaron & se asolaron en Denver y finalmente lo
abandonaron para averiguar el Tiempo, & ahora Denver
siente añoranza por sus héroes,
que se postraban de hinojos en desesperanzadas catedrales rezando
por su mutua salvación y por la luz y los pechos, hasta
que el alma iluminó su cabello durante un segundo,
que se estrellaron a través de sus mentes en la cárcel esperando a
imposibles criminales de áureas cabezas y el encanto de la
realidad en sus corazones que cantaran dulces blues a
                Alcatraz,
que se retiraron a México para cultivar un hábito, o a Rocky Mount
al tierno Buda, o a Tánger en busca de muchachos o a la
Southern Pacific a por la negra locomotora o a Harvard
en busca de Narciso a Woodlawn a la guirnalda de
margaritas o la tumba,
que exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo
& se quedaron colgados con su locura & y sus manos &
un jurado indeciso,
que arrojaban ensalada de patatas a los conferenciantes de la CCNY
sobre el Dadaísmo y subsiguientemente se presentaban
sobre los escalones de granito del manicomio con las
cabezas afeitadas y un arlequinesco discurso sobre el
suicidio, exigiendo una lobotomía al instante, y recibieron a cambio el concreto vacío de la insulina el metrasol la
electricidad la hidroterapia la psicoterapia, la terapia
ocupacional pingpong amnesia,
que en desolada protesta se limitaron a volcar una única simbólica
mesa de pingpong, descansando brevemente en la catatonia,
regresando años más tarde calvos de verdad a excepción de una peluca
de sangre, y lágrimas y dedos, a la visible condenación del
demente de los pabellones de las ciudades de locos del Este,
los fétidos salones de Pilgrim State, Rockland y Greystone, disputando con los ecos del alma, balanceándose y rodando en los
bancos de soledad de medianoche reinos-dolmen del amor,
el sueño de la vida una pesadilla, los cuerpos convertidos
en piedra pesada como la luna,
(****** al fin la madre) y arrojado el último libro fantástico por la
ventana del piso de alquiler y cerrada la última puerta a
las 4 a.m. y estrellado el último teléfono contra la pared
a modo de respuesta y despojada la última habitación
amueblada hasta de la última partícula de mobiliario
mental, un papel amarillo se erguía retorcido sobre un
colgador de alambre en el armario, e incluso eso imaginario, tan sólo una esperanzada pizca de alucinación
ah, Carl, no estaré a salvo mientras no estés a salvo, y ahora estás
realmente sumergido en la absoluta sopa animal del
tiempo —
y quién por lo tanto corrió a través de las heladas calles obsesionado
por una súbita inspiración acerca de la alquimia de la
utilización de la elipse el catálogo, la medida & el plano
vibratorio,
quién soñó y realizó vacíos encarnados en el Tiempo & el Espacio a
través de imágenes yuxtapuestas, y atrapó al arcángel del
alma entre 2 imágenes visuales y unió los verbos elementales y puso al nombre y pincelada de la consciencia a brincar juntos con sensación de Pater Omnipotens Aeterna
Deus
para recrear la sintaxis y la métrica de la pobre prosa humana y
quedar ante ti mudo e inteligente y tembloroso de
vergüenza, rechazado y no obstante confesando el alma
para conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda
e inconmensurable cabeza,
el loco vagabundo y el ángel laten en el Tiempo, desconocidos y no
obstante registrando aquí lo que podría quedar por decir
en el tiempo después de la muerte,
y se alzó reencarnado en las fantasmales vestiduras del jazz en la áurea
sombra de las trompas de la banda y sopló el sufrimiento
por amor del desnudo cerebro de América convirtiéndolo
en un grito de saxofón eli eli lamma lamma sabacthani
que hizo estremecerse a las ciudades hasta la última radio
con el corazón absoluto del poema de la vida sanguinariamente
desgarrado de su propio cuerpo, comestible durante mil
años.

Bibliografía:
recuperado el 2-dic-12

Charters. (enero de 2012). Wikipedia. Obtenido de http://es.wikipedia.org/wiki/Generaci%C3%B3n_beat

Georgia. (2 de Diciembre de 2012). Amedia voz. Obtenido de http://amediavoz.com/ginsberg.htm

Ginsberg, A. (1993). elortiba. Obtenido de http://www.elortiba.org/pdf/Allen_Ginsberg-Aullidos.pdf

Daniela Copado Álvarez 


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